domingo, 9 de diciembre de 2012

Yo quiero ser así...

Aunque los personajes y la historia de estos la haya inventad, lo realmente sucedido es real así que tenía muchas ganas de contároslo y que me gustaría que dedicarais un poco de vuestro tiempo en leer este artículo del que sacaremos una lecciones muy importantes como el valor de la amistad, el respeto, cualidades que todos debemos tener.

En un cálido día de Agosto, estaba jugando con mis amigos en la calle a echar carreras aunque yo siempre perdía, pero no porque fuera el más lento sino porque los demás hacían trampas… Cuando de pronto, de una esquina, salió un chico, parecía raro, no se parecía mucho a nosotros. Estaba despeinado, o con el pelo tieso, llevaba gafas, estaba sonriendo de oreja a oreja, era bajito... De repente David, que era el mayor de los amigos, se fue para él y le dijo algo, no se muy bien lo que le dijo pero todos empezaron a reírse así que yo también, pero me pareció que se estaban riendo de él. Sin embargo, seguía con su sonrisa de oreja a oreja. Yo lo miraba con asombro y entonces mi madre que parece ser que se había enterado bien de lo que dijo David me cogió de las orejas y me llevó para casa mientras reñía a mis amigos por lo que habían hecho.

-¡Mamá si yo no he hecho nada!

-¿Y por qué os reíais del pobre Ángel? ¿Os ha hecho algo o se ha metido acaso con ustedes? Lo dudo la verdad

Me di cuenta de que se reían de él pero como Ángel no les devolvió el insulto ni se peleó ni nada pues yo no estaba seguro. Mi madre me explicó que era el Síndrome de Down y muchas más discapacidades.

Dos días más tarde mi madre preparó una merienda a mis amigos y a mi e íbamos a ver una peli. Nos lo íbamos a pasar en grande. Pero a sorpresa nuestra no iban a poner Batman… Mi madre nos puso las Olimpiadas del año pasado. Nosotros estábamos decepcionados pero al menos íbamos a ver a muchos de nuestros ídolos.

Comenzaba el video, pero nos dimos cuenta que eran unas Olimpiadas muy raras, los atletas eran ciegos, o les faltaba un brazo, o incluso se parecían mucho a Ángel… Eran personas con discapacidad como me había explicado día atrás mi madre el día que conocimos a Ángel.

Salió de inició una fiesta, era la inauguración de las Olimpiadas Paralímpicas (así se llamaban estas particulares olimpiadas de las que nunca había oído hablar) mi madre empezó a darle hacia adelante, pero todos le pedimos que lo dejara. Mi madre dejó la inauguración pero dijo que luego pondría lo que ella quería que viéramos. Vimos la inauguración y fue increíble porque había música, fuegos artificiales y lo más sorprendente de todos, aunque todos tenían algún problema como no tener un brazo o pierna, estar ciegos… lo que sea, estaban increíblemente felices de estar allí, y no es para menos, porque con lo que les ha costado después de tantas pruebas…

Acabó la inauguración, y nos puso  una prueba de los cien metros lisos en la que participaban nueve personas con deficiencia mental. Al igual que todos los que salieron en la inauguración, estaban muy ilusionados y claro está, todos querían ganar la medalla de oro. Cuando empezó la carrera, salieron bastante despacio, nada que ver con los increíbles atletas que nosotros adorábamos e iban como flechas, pero todos siguieron excepto uno que tropezó y se cayó. Empezó a llorar (sinceramente pensé que después de tanto esfuerzo me pasara eso también lloraría). En ese momento nos quedamos todos conmocionados pero más aún cuando pasó lo que nunca hubiera pasado en la prueba de nuestros ídolos… Todos, pero sin ninguno en excepción, los ocho atletas restantes cuando lo escucharon se pararon y se volvieron. Una niña que tenía síndrome de Down se agachó y le dio un beso diciéndole: “Ahora vas a ganar”. Se cogieron de la mano mis nueve nuevos ídolos y entraron juntos en la meta mientras un estadio gigantesco se ponía en pie y aplaudía mientras muchos lloraban de emoción.

En ese momento llegaba Ángel con su madre, pidiendo perdón por la tardanza. David fue el primero en levantarse y darle la mano mientras le pedía perdón. “No pasa nada. ¿Quieres ser mi amigo?” le dijo mientras esbozaba su gran sonrisa. Todos nos levantábamos y nos dimos un abrazo. Nos hicimos muy amigos y todas las tardes quedábamos para jugar. Una gran lección me dieron aquellos nueve héroes de esas extrañas olimpiadas que nunca olvidaré…

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