España es un país democrático. O al menos eso es lo que creíamos. Y
es que la libertad de expresión se ha visto muy hostigada en los últimos años
por la corrupción política, la crisis económica y la decadencia de las clases
sociales.
Todo tuvo lugar hace ya casi 40 años, con la muerte del dictador
Franco. Su muerte supuso la transición de la dictadura a un país democrático,
con la instauración de la hasta hoy constitución española. Todo parecía no
tener límite, la democratización de la sociedad española era patente, la
economía española no hacía sino subir, descartando una crisis puntual a nivel
mundial, y, por si fuera poco, la clase política trabajaba por y para el
pueblo, o eso parecía. Esta situación acomodada se prolongó de manera
indefinida. Parecía que iba a ser de por vida, nunca España había estado mejor,
estaba dentro del G-8. España era una de
las ocho potencias a nivel mundial.
Esta sostenibilidad que había visto su mayor confort con la
construcción parecía no tener límite. A principios de este siglo la
construcción soportaba más del 10% del producto interior bruto, él solito. Es
ingenuo pensar que un sector que construía más casas de las que se vendía
tuviese salida. Muchos políticos, economistas y demás entendidos en la economía
española vaticinaron la gran crisis que acechaba a España. Había una burbuja e
iba a estallar. No fueron escuchados, es más, fueron "quitados del
medio". Esto derivó en la pérdida
sucesiva de los derechos, de mis derechos, de TUS derechos.
La situación ha llegado a tal punto que la corrupción política es
desorbitada. Los políticos se ríen en nuestra cara, los casos de corrupción se
suceden y no hay medidas judiciales contra estas injusticias, contra estos
robos de las arcas públicas. No hacen nada contra el dinero que te roban a ti,
a tus padres, a tus abuelos, a tus hijos. Los políticos están robándote tu
futuro, tu porvenir. Tu salud está en juego, no sabes si un día vas a enfermar
y vas a recibir los cuidados necesarios. Eso sí, todas las reformas y los
recortes contra la sociedad, contra tu intimidad, contra tus derechos, como ya
hizo Franco, no afectan en absoluto a la clase política.
Un reciente caso de corrupción es el caso Noos, en el que se ha
imputado al yerno del rey, Iñaki Urdangarín. Este personaje desarrapado, sin
escrúpulos, avaro… Mil calificativos se podrían utilizar contra una persona que
ha robado millones bajo el ala protectora de un rey agotado, apagado y que, me
atrevería a decir, tiene los días contados. Iñaki lleva meses pasando por los
juzgados sin ser sentenciado. En contraposición, una mujer fue juzgada y
condenada a dos años y medio de cárcel por el mero hecho de suplantar la
identidad de otra persona al comprar con una tarjeta de crédito productos de
primera necesidad, ¡y para su hijo! Sólo 200€ y no millones como ha robado
Iñaki.
La conclusión que se obtiene: Si eres un pobre y desgraciado
ciudadano de a pie, no tienes derecho sino a ser juzgado justamente, es decir,
si robas lo pagas. En cambio, si eres un político, hijo de una personalidad importante,
rico… La justicia no es justa. Puedes robar, y sin embargo, no ser juzgado. En
el caso de Bárcenas, incluso va a ser indemnizado. ¿Pero esto qué es?
No os dejéis guiar pos personas de ese calibre. Obrad con un juicio
propio. Pero lo más importante, no todos los políticos son corruptos, ni todos
los ricos ladrones. Hay personas buenas y personas no tan buenas. Vuestro
futuro no lo deciden los políticos. Tu futuro, lo decides tú y sólo TÚ.
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